¿Qué hace a una obra «Lovecraftiana»?

Bienvenidos una vez más. Como todos los años, el 15 de Marzo recordamos el aniversario luctuoso de H.P Lovecraft en el blog. Este año, una entrada la cual hace mucho quiero escribir, aunque desconozco que tan bien resultará. Este post será escrito totalmente desde mis pensamientos, es decir, no será una reseña ni nada similar en el que tenga una guía o estructura a seguir. Resultando más bien en un muy pequeño ensayo o algo parecido. No dejará de ser mi opinión subjetiva, claro está, pero quiero hacer esto para, tal vez, arrojar algo de luz al asunto o disipar un poco la confusión. No soy nadie especial ni el indicado para hacer algo así, no soy un experto, solo un fanático que quiere dar su opinión, es decir: no se tomen esto al pie de la letra. La idea principal es exponer unos cuantos puntos, desarrollar el por qué lo considero como algo Lovecraftiano y sugerir uno o dos ejemplos de libros que lo cumplen. La última aclaración: Esto no es un “dogma” a cumplir, muchas de las obras que pondré como ejemplo pueden cumplir con una o más condiciones a la vez.

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Los puntos que trataré son: horror cósmico y miedo a lo desconocido, en conjunto con una suerte de existencialismo,  el hecho de no poder escapar de tu pasado y por último el sentirse como un extraño en su propio cuerpo y mundo.

Primero ¿Qué es el horror cósmico? O por lo menos, qué es para mí.

Considero al horror cósmico como ese sub-género del terror en el que el miedo es generado por algún ente, ser o poder superior al humano, sobrepasando incluso su capacidad de razonamiento y comprensión de lo que es ese mismo poder. Viéndose el simple ser humano superado en todo sentido contra uno más seres a los que ni siquiera le importan la propia existencia de las personas, considerándolas descartables.

Esta sería la definición corta; el horror cósmico es bastante más complejo.  Abarca más de un tema filosófico como el existencialismo y el nihilismo, bebe de otros géneros literarios como la ciencia ficción y a veces la novela negra. Explora las infinitas profundidades del espacio y corre del eje, o mejor dicho quita completamente, el punto de vista de que el humano es lo más importante, dejándolo en una posición irrelevante para el basto cosmos.

En menor cantidad, toca temas como el tiempo y lo efímero de la existencia, el parpadeo que es la vida humana en la historia del universo, el pasar de eones y distintas formas de vida diferentes e indiferentes a la humanidad, varias veces debido a que viven en otros planos de existencia, dando por entendido que hay más de una realidad posible.

Repitiendo lo de aquí arriba, pero en pocas palabras: el miedo en el horror cósmico es generado, además de esos monstruos enormes e indescriptibles, por la impotencia y nula importancia que abruma al ser humano, ya que literalmente no puede hacer nada para enfrentarse a ello, chocando de frente con la cruda realidad: no somos nada importantes.

Confrontar  lo desconocido, el no saber qué hacer para detenerlo, es lo que genera pavor en los protagonistas y en nosotros; porque ya sabemos qué podría pasar y cuál es la única opción de los desdichados personajes. La mayoría de las veces estos encuentros generan locura, pero creo que es más bien un efecto secundario, el miedo principal no es perder la razón, es desafiar a algo que ni siquiera podemos comprender siendo, para ese algo, una mísera mota de polvo, perdida en la infinidad del espacio-tiempo.

Tal vez puedan decir que esto no sólo se produce en el horror cósmico, ya que hay muchos males, tomen la forma que tomen, a los cuales los protagonistas de las historias no pueden siquiera dañar, pero en la mayoría de estas historias el enemigo, tarde o temprano, mostrará su talón de Aquiles, los protagonistas encontrarán la forma de ganarle y eventualmente lo derrotarán. En el horror cósmico esto no ocurre. Los protagonistas no tendrán más opciones que morir a manos del horror, escapar o suicidarse. El horror cósmico no brinda esperanzas a la humanidad, ya que comparados con el vacío espacial que nos rodea y todo lo que lo puebla además de nosotros, no somos más que un grano de arena en él.

Como podrán notar, Lovecraft tenía una visión más bien pesimista sobre el ser humano y la importancia que este mismo se daba. Sus historias ponían sobre la mesa la terrible verdad de que la humanidad es demasiado poco, que fuera de nuestro planeta, somos prácticamente nada.

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Desde muy pequeño Lovecraft se declaró ateo, es decir, negando la existencia de un dios sea cual sea la religión que lo aseguraba, de esto se desprende que él no consideraba la vida como algo “sagrado”, y tampoco creía que alguien superior amaba a todas las personas. También creaba distintas civilizaciones, anteriores a la nuestra por cientos de miles o millones de años, con sistemas cognitivos y de movilidad variados, dando a entender que no somos la única raza inteligente y que, a pesar de los esfuerzos científicos por descubrir todo esto, el hacerlo, llevaría a una histeria general al conocer la verdad detrás del telón de ignorancia con la que se cubre el ser humano, ya que no solo somos carentes físicamente, también mentalmente.

Algunos libros que tratan estos puntos, en mayor o menor medida pueden ser libros de Stephen King como “IT” o “La niebla” donde se presentan seres incomprensibles, tan antiguos como la vida misma o incluso más, monstruos provenientes de alguna lejana parte del universo.  También podría agregar a “El corazón condenado” de Clive Barker, donde se presentan unos seres prácticamente omnipotentes que viven en una dimensión extraña y cuya comprensión de lo que es el placer dista mucho de la visión humana de eso mismo.

Otro ingrediente generador de miedo, recurrente en las historias Lovecraftianas es la herencia de sangre del protagonista, de la cual no puede escapar. Cuentos como “Ratas en las paredes” “El ceremonial” y “La sombra sobre Insmouth” son los mejores y más conocidos ejemplos sobre este punto en particular. El terror es infundido en el corazón de los protagonistas cuando conocen los oscuros secretos de su familia y sus ancestros. Soportar el venir de una línea de sangre tan espeluznante y, en la gran mayoría de las veces, no poder resistirse a ello, y que por “obligación” de algo más fuerte que su propia razón y voluntad, tener que completar aquello para lo que fue concebido el protagonista, es lo que destruye su propia esencia. Aunque las obras más famosas de Lovecraft no contienen demasiado este tópico, es algo muy presente en sus obras que muchas personas pasan de largo. Uno de los libros que puedo mencionar aquí, si bien no es sobre ancestros sino más bien descendencia es “La profecía” de Davi Seltzer donde la herencia es nada más ni nada menos que el hijo del diablo. Otro ejemplo, totalmente acore a este tópico particular es “Los misterios del gusano” de Stephen King.

Pero esto, no es lo único que caracterizaba a los relatos de Lovecraft. Muchas veces, atraídos por los gigantescos y ominosos monstruos tentaculares (el alimento casi diario de muchas expresiones de la cultura pop actual) las personas dejan de lado uno de los “ingredientes” principales, y tal vez más atrayentes de los cuentos y relatos del maestro de Providence. El sentirse alguien que no encaja en este mundo, el sentirse solo, aislado, el sentirse un extraño.

Muchísimos de los relatos de Lovecraft vienen cargados de este sentimiento. Como ya se sabe, Lovecraft no tuvo una infancia de lo más feliz. Su padre muere a corta edad, su madre fue demasiado sobreprotectora, la escuela no se le daba bien y abandonó más de una vez sus estudios y un largo etcétera. También es sabido que gracias a la biblioteca familiar, perteneciente a su abuelo, Lovecraft se vió muy influenciado por los textos provenientes de una época distinta a la suya, desde 50 hasta 100 años antes. Considerando las reglas de caballerosidad, cultura, modales y otros tantos como algo más refinado a lo que el encontraba en la sociedad, habiendo adoptado toda la etiqueta del siglo pasado. A una edad bastante joven, Lovecraft disfrutaba pasear por cementerios, visitar tumbas, dar paseos por espesos bosques, fantaseando historias a su paso. Su madre además de sobreprotegerlo, fue una influencia para nada correcta. Ella fue una de las que le inculcó su racismo y xenofobia. Asegurándole que ellos eran demasiado para la gente común, considerándose superiores.

Todo esto que he comentado influyó sin dudas en sus obras. Muchos de estos tópicos pueden notarse en poemas, nombres y descripciones de personas negras, como muchos ya sabrán. Pero además de reflejar esto de forma directa, también se hacían notorias de forma indirecta. Relatos como “La sombra sobre Insmouth” o la mismísima “Llamada de Cthulhu” poseen como antagonistas a personas de otras razas, de otros países o ciudades (y esto solo por poner dos ejemplos, pero los hay a montones) y esto no es casualidad. Lovecraft vivió en Nueva York luego de casarse y aunque fueron pocos años, se vio rodeado de gente de todas las razas y nacionalidades, obligándolo a recluirse (como siempre hizo) en su casa. Todo este pavor y odio resultaron en muchas de estas características en sus relatos. Si me pusiera a dar más ejemplos sobre obras de Lovecraft esto ser iría bastante más largo de lo que quisiera, así que, dejando de lados los prejuicios y sabiendo que ningún humano es un dios perfecto, invito a quien quiera a leer su obra y notar todos estos detalles.

Si tomamos esto desde el punto de vista de Lovecraft y tomando en cuenta su mentalidad (Aunque en los últimos años de su vida haya cambiado para bien todos estos defectos) podríamos decir que el mismo se sentía un ser ajeno a su realidad. Alguien distinto, que nunca encajaría en el ambiente al que los demás llamaban “normal”. No estoy justificando nada, solo diciendo que tomando todo esto en cuenta, uno puede llegar a entender el cómo llegaron estas ideas hasta sus textos.

 El más característico desde un punto de vista psicológico, de una forma en que él se vea representado es uno de sus relatos más tempranos llamado, precisamente “El extraño”. En este relato una criatura que no sabe bien quién es, cómo ha sobrellevado su existencia ni donde está, buscará contacto con otros seres. Buscando alguna respuesta, logra escapar de su aparente hábitat, un castillo húmedo y oscuro. Una vez hallado otro castillo, habitado por otras personas, esta criatura entra en él y sus alegres habitantes huyen horrorizados al verlo. El confundido ser no sabrá qué está ocurriendo, por qué huyen de él, hasta que nota su reflejo en un espejo.

Este relato en particular es un fiel reflejo de la propia vista que tenía Lovecraft sobre sí mismo. Una persona asocial, con muy pocos amigos (muchos de estos por correspondencia), con gustos diametralmente opuestos a lo considerado normal o incluso apropiado. Protagonistas o personajes con estas características son algunos de los que yo considero Lovecraftiano. Incluso no tienen que ser precisamente monstruos o criaturas semi-humanas. Creo que cualquier libro de temática LGBT en que un personaje no se sienta tranquilo y seguro de sí mismo por el qué dirán los demás o sus propios padres, algún personaje que sea marginado o discriminado es en algún punto Lovecraftiano. Por supuesto que esto es mucho más sutil que referenciar cultos y dioses antiguos, libros negros de hechizos, monstruos dimensionales y demás, pero como dije hace un momento: Los monstruos tentaculares muchas veces distraen de todos los demás temas tan profundos e interesantes que el maestro plasmaba en sus hojas.

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Bien, esto ha sido todo. Tal vez no me haya quedado del todo bien o tal vez a alguien le parezca una maravilla de entrada, pero lo que más me importa es haber escrito esto de una vez por todas. Seguramente más adelante, la vuelva a leer y modifique o agregue más ejemplos, ya que la he tenido que escribir algo apurado para llegar a la fecha. Si alguien piensa distinto a mí y quiere escribir un comentario al respecto, será más que bienvenido. Una vez más, la idea fue arrojar algo de luz, destacar los demás aspectos que hacen a una obra Lovecraftiana más allá del monstruo de turno, ya que hay mucho más allá de Cthulhu. Espero que les haya gustado.

Un comentario en “¿Qué hace a una obra «Lovecraftiana»?

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